Cuando sientes que la mano de la muerte se posa sobre el hombro, la vida se ve iluminada de otra manera y descubres en ti misma cosas maravillosas que apenas sospechabas. ISABEL ALLENDE.







jueves, 19 de febrero de 2009

Un recuerdo.





El suave balanceo de las olas,
adormecía mi confundido ser
hacia mucho
que las lágrimas de mis ojos
se habían unido a esas olas,
demasiado diría yo.

Demasiada añoranza al mirar a la luna,
demasiado rencor al mirar a las estrellas,
que recordaban su mirada,
demasiados deseos a las incansables Perseidas
e incluso también, alguno para las Leónidas.
¡A PASADO TANTO TIEMPO!

No sabia que pensar,
que decir,
que creer,
que sentir,
a veces, ni siquiera que llorar,
pero en ese momento,
por fin, después de tanto tiempo,
supe quien era la causa de mis males.
Ni siquiera imaginaba
que sus sueños podrían ser una copia de los míos.
No sabia que el corazón de una persona
llegara a desear tanto.
No sabia que estaba destinada a la oscuridad,
que en mi maldición
lo único que podía acompañarme era la noche.
La noche y el mar,
El mar y la luna,
La luna y las estrellas,
Las estrellas y su recuerdo.
Un recuerdo, solo eso,
En la noche que me envuelve negra como el infierno
solo me queda:
UN RECUERDO.
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