Cuando sientes que la mano de la muerte se posa sobre el hombro, la vida se ve iluminada de otra manera y descubres en ti misma cosas maravillosas que apenas sospechabas. ISABEL ALLENDE.







viernes, 4 de abril de 2014

Y dicen que por muy corto que sea el camino... quien pisa fuerte, deja huella.



Ultimamente he pensado en como nos marcan algunas cosas. En las cicatrices que dejan actos y palabras en nosotros. Esas huellas que no se ven pero estan ahi.

Las huellas que deja una cancion en el alma por ejemplo... ¿quien no tiene una cancion que le "toca la patata" por mucho tiempo que pase?

Quien me conoce bien dira que esa cancion es el Giraluna de sidonie. No es Ricky. Y mira que adoro a Ricky. Pero es esa. La que hace que mi fachada de acero se derrumbe y mi corazon lata con mas fuerza...

Pero quien me conoce mejor... mejor de que comparte un vinculo de sangre que no se podra romper jamas. sabe que la banda sonora de mis cicatrices es chavela vargas... la llorona y gran dama del poncho rojo. 

Pero sobre todo eso. Sobre todas esas cosas hay una cancion. Una vieja cancion que tararear. Que cantar con mi pequeña princesa se convirtio en todo un concierto a dos voces. 

Aint' no mountain high enough de Marvin Gaye...  sabes esa escena de "quedate a mi lado"??? De Susan Sharandon cantando con los niños. Pues algo asi.


Las huellas que dejan algunas personas en el corazon... ese abismal vacio de las ausencias, o esa inmensa paz de un abrazo.

Y la huella de un te quiero... cuan profunda puede ser una palabra tan pequeña. Apenas estubo en mi vocabulario durante años. Y un dia de repente te das cuenta que nunca sabras cuando sera el ultimo te quiero.
Y empiezas a usarlo. La primera vez con miedo. La siguiente con dudas de que el otro no lo diga. Despues mas frecuente se lo dices a todo el mundo que de verdad te importa. A tus amigos, a tus hermanos, a tus padres.
Como una palabra tan pequeña puede albergar tanto. Tanto amor, tanto cariño, tanta amistad.


Mi cuerpo esta lleno de cicatrices. Algunas pueden verse a simple vista. La rodilla izquierda, la palma de mi mano. Otras en cambio dejaron de verse hace muchos años. Pero aun puedo recordarlas. Y luego estan esas huellas que no se ven. Que quedan marcadas a fuego en el corazon. O perdidas en ese hoyuelo  situado en la comisura del labio.