Cuando sientes que la mano de la muerte se posa sobre el hombro, la vida se ve iluminada de otra manera y descubres en ti misma cosas maravillosas que apenas sospechabas. ISABEL ALLENDE.







miércoles, 18 de agosto de 2010

la lagrima de la princesa...

Había una vez un reino pequeñito, lo suficientemente grande para tener un palacio de color rosa, con habitaciones llenas de literas para que pudiera estar siempre lleno de pequeños duendes y princesas.



Hace mucho tiempo, el reino estaba lleno verdes prados, y frutales rebosantes en primavera.
En el siempre vivía un príncipe, un muchacho alto, rubio, con ojos azules, vamos, todo un príncipe de cuento, con esa picardía que solo tienen los nobles de corazón, lo llamaremos "el Bicho", el compartía su reino con tres pequeñas princesas, la primera de las princesas, con cabellos dorados como el sol, que solía ocultarse entre los árboles con su cámara de fotos para inmortalizar los eternos momentos. La segunda, con el cabello negro como el tizón, siempre sonriente ante cualquier dolor. Y la tercera, con un cabello rojizo como el fuego, y una mirada dulce y penetrante, con la fuerza de mil leones juntos y un enorme corazón altruista.





Una noche de verano, cuando el calor aprieta y la suave brisa no es suficiente para calmar la piel, decidieron hacer una fiesta circense, la música sonaba en el gran salón, las princesas bailaban animadamente, cuando de repente, las luces se apagaron y "el Bicho" irrumpió en el gran salón bailando unas cariocas de fuego. Todos le miraban expectantes, llenos de jubilo, "el Bicho" bailaba al ritmo de "flying free, feel the extasis", las cariocas, dibujaban flores, vendavales de fuego…cuando el tema acabo todos rompieron en aplausos.
La noche estubo llena de bailes, carreras, juegos y sobre todo, mucha felicidad, el reino entero sonreía, los viejos chopos que cubrían los alrededores del castillo sonreían, las rojas amapolas del campo, sonreían, los verdes brotes de los arboles frutales, esbozaban una sonrisa, los blancos conejitos que corrían por la verde pradera sonreían, el resto de los animales que corrían por el reino sonreían.
Y yo, observándolos desde el resquicio de una puerta, también sonreía.






Todo tipo de gente pasaba por aquel inhóspito lugar, y casi siempre, aquella gente volvía al cabo del tiempo, para revivir aquellos días alejados de preocupaciones y llenos de buenos momentos, los sueños siempre se cumplen si los deseas con fuerza.





Un día, de repente, algo ocurrió, un viento fuerte comenzó a azotar el reino, el cielo se tiñó de nubes grises, las ventanas del palacio luchaban contra el fuerte viento que las zarandeaba, los animales asustados corrían para esconderse de la tormenta. El más anciano de todos los arboles del reino enfermo, sus hojas verdes fueron tornándose amarillas, para más tarde morir sobre sus ancianas raíces. Antes de que las princesas y el Bicho se dieran cuenta, aquel viejo árbol estaba tan enfermo que cualquier ayuda era inútil.





Pasó el tiempo, y todos pensaban que aquella, solo había sido una tormenta más, pero poco a poco, otros árboles también fueron enfermando, lenta y silenciosamente. Las sonrisas del bosque se fueron apagando, y una neblina gris acechaba los alrededores del castillo, pero nadie se dio cuenta.





Un día, todo el mundo jugaba alrededor de la piscina, el bicho corría con una de las toallas anudada al cuello, y las princesas lo perseguían, pero él era mucho más rápido, saltaba, brincaba, las volvía locas, y justo en el momento en el que casi lo habían atrapado, sonreía, y saltaba a la piscina con la toalla aun anudada, y una o dos princesas agarradas de su mano, para que ellas también se mojaran. Las fiestas volvieron al palacio y nadie recordaba aquella tormenta, aunque miraban aquel seco y viejo árbol preguntándose qué habría ocurrido.



Fue pasando el tiempo, y el bicho y las tres princesas iban creciendo, se iban haciendo más y más amigos, se confiaban sus secretos, se entendían, se preparaban para el futuro, para ser los monarcas de sus propios reinos, cada uno seguía sus pasos, pero al mismo tiempo, siempre encontrarían un minuto para volver a aquel reino mágico que les vio nacer.
.
No hace mucho, hace apenas un verano, cuando el bicho y las princesas preparaban la fiesta de cumpleaños de una de las Princesas, el cielo volvió a cubrirse de nubes negras, un fuerte viento azotaba con fuerza el reino, los rayos cruzaban el cielo serpenteantes, truenos ensordecedores, los lamentos de los arboles eran tan fuertes, que podían oírse desde la torre más alta del castillo. Aquella niebla gris que rodeaba los límites del castillo fue acercándose sigilosamente, todos y cada uno de los arboles que aquella niebla toco enfermaron, les absorbía la vitalidad, quedaban vacios por dentro, apagando sus lamentos. En pocas horas el castillo quedo completamente rodeado, la niebla intentaba colarse dentro, aprovechaba las ventanas, los resquicios de las puertas, la cocina y el gran salón quedo anegada en instantes, el bicho y las princesas huían por los pasillos para esconderse de aquella niebla.



Ella avanzaba amenazantemente, intentando atraparlos, cuanto mas rápido corrían, mas rápido avanzaba aquella niebla. Las princesas y el bicho corrían escaleras arriba para protegerse de aquella niebla en la torre mas alta del castillo.



Llegaron a la torre, intentando cerrar la puerta tras ellos, pero aquella niebla avanzaba rápidamente por las escaleras, las vistas por las ventanas de la torre no eran mejores, todo estaba gris, una capa de destrucción cubría todo el reino.
Entonces, cuando la niebla casi llegaba a la puerta de la torre mas alta del castillo, una de las princesas hecho a correr hacia la puerta, la abrió, y salio al pasillo cerrándola tras de si. el bicho y el resto de las princesas gritaba, ¡NOOOOOOOO! ¡VUELVEEEEE!!









Pero cuando quisieron llegar a la puerta, para intentar rescatarla, un fuerte estallido resonó en todo el reino empujándolos al suelo. practicamente arrastrándose, el bicho y las dos princesas llegaron a la puerta, y al abrirla, no encontraron nada, ni rastro de la princesa, todo estaba como si nada hubiera pasado, durante horas, buscaron a la princesa, por el castillo, por el bosque, por los bordes de aquel bosque que había albergado aquella niebla, pero ni rastro de ella, ni una sola pista de donde podría estar, llego la noche, y cuando la luz del sol casi había desaparecido...






Una de las princesas, miro al cielo, y había algo distinto, ,una gran luna llena apareció en el cielo, firme, majestuosa, radiante,dulce, y penetrante. Aquella luna la guiño un ojo, y sonrió.Una lágrima resvalo por su mejilla."¿En que piensas?"Pregunto mientras la rodeaba con una rama para acercarla contra si. mirando la oscuridad de la noche.




Ella volvió del mundo en el que se encontraba, girándose
para quedar frente a frente de aquel viejo árbol, le sonrió, y se acerco a darle
un beso en el tronco.Volvió a darse la vuelta, se enjuago la lágrima de su
mejilla, abrió su mano, había un minúsculo grano de arena brillante en ella, un
destello de esperanza salio de su mano....
























.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.


TODOS MIRAMOS A LA LUNA CON AÑORANZA, ALGO NOS DICE, QUE EN ELLA, HAY UN SECRETO, ALGO NOS DICE, QUE AQUELLA PRINCESA, ESTA EN ELLA, QUE SE COLUMPIA ENTRE LAS RAMAS DE AQUEL VIEJO ÁRBOL, ESPERANDO, ESPERANDO QUE ALGUIEN LA VISITE PARA HACERLA COMPAÑÍA...