Cuando sientes que la mano de la muerte se posa sobre el hombro, la vida se ve iluminada de otra manera y descubres en ti misma cosas maravillosas que apenas sospechabas. ISABEL ALLENDE.







lunes, 26 de septiembre de 2011

la parabola de la cebolla

hace años mi profesora de lengua intentaba que nos descubrieramos a nosotros mismos... y en su afan de convertirnos en mejores personas nos conto una pequeña parabola sobre unas cebollas de gran corazón:
Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y todas clases de plantas.

Como todos las huertos, tenía mucha frescura y agrado. Por eso, daba gusto sentarse a la sombra de un árbol a contemplar todo aquel verdor y a escuchar el canto de los pájaros.

Pero un buen día comenzaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, naranja, morado... Y sus colores eran irisados, deslumbrantes, centelleantes, como el color de una mirada, o de una sonrisa, o el color de un bonito recuerdo.

Después de grandes investigaciones sobre la causa de aquel misterioso resplandor, resultó que cada cebolla tenía dentro, en el mismísimo corazón... porque las cebollas también tienen corazón...una piedra preciosa. Esta tenía un topacio; la otra una aguamarina; aquella, un lapislázuli, la de más allá, una esmeralda...¡Una verdadera maravilla!

Pero, por alguna incomprensible razón, se empezó a decir que aquello era peligroso, intolerable, inadecuado y ¡hasta vergonzoso!...

Y las bellísimas cebollas tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa e intima con capas y más capas, cada vez más feas y oscuras, para disimular cómo eran por dentro, hasta que empezaron a convertirse en unas cebollas de lo más vulgar.

Pasó entonces por allí un sabio, al que le gustaba sentarse a la sombra del huerto y que sabía tanto que entendía el lenguaje de las cebollas, y empezó a preguntarles una por una :

¿Porqué no te muestras como eres por dentro?

Y ellas le iban respondiendo:

"Me obligaron a ser así... Me fueron poniendo capas... Incluso yo me puse alguna, para que no me dijeran..."

Algunas cebollas tenían hasta diez capas y ya casi ni se acordaban de por qué se pusieron las primeras.

Y, al final, el sabio se echó a llorar.

Y cuando la gente lo vio llorando, pensó que llorar ante las cebollas era propio de personas inteligentes. Por eso, todo el mundo sigue llorando cuando una cebolla nos abre su corazón.

Y así será hasta el fin del mundo...
alguien nos enseño que los palos cuando los pelas quedan bonitos, ¿verdad carito? pues si pelaramos nuestro corazón, como creo que tu estas consiguiendo hacer, encontraremos una ernorme piedra preciosa... reflejada en el color de tus ojos.

2 comentarios:

  1. ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
    PRECIOSOOOOOOOOO!!!!!!!!
    y tienia toda la razón xq un palo pelado es mas clarito y mas bonito y lisito jajajjajaja
    os kiero clara.

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